Últimamente me encuentro muchos, antes eran los que se caían de los nidos cuando intentaban ver y observar el mundo desde mas cerca, algunos incluso aun tenían vida y era cogerlos lanzarlos al aire y ya se encargaba su madre que seguro estaba cerca de protegerlo y cuidarlo, siempre se lanzaba al tejado mas próximo de donde estaba, pues seguramente el nido estaba encima de el.
Ahora creo que son envenenados, este ya era adulto, no murió en el intento de experimentar la vida, su muerte es debida a otras causas, es lamentable que suceda esto, el bien y la alegría que nos producen estos animalitos no tiene comparación
con ningún aparato que imite su delicioso canto, lo digo por que en mi WhatsApp llevo de aviso un
canto imitando a un jilguero.
Bueno esperando sea el ultimo pajarito que me encuentre esta año, os dejo con la imagen de el mismo.
Mañana mas.
Balada de un gorrión
“Erase una vez. allá en el país de los gorriones que
nacieron dos pajarillos, un gorrión hembra y un gorrión macho, y como hermanos
se quisieron toda la vida.
Tuvieron que emigrar al país de los sentimientos, así lo
mandaba la tradición, y es tradición decía que allí las enseñanzas les colmarían.
Y claro que aprendieron, aprendieron que en cualquier rincón
brotaban manantiales, unos cargados de ilusión y todos cargados de amor.
Aprendieron que todo lo que tenían era para dar, y regalaban lo único que podían
dar: la música de sus cantos.
Y el gorrión, al lado de su casa en la arboleda tenía una
amiga, una amiga que cada mañana le esperaba con las ventanas abiertas,
esperaba el arrullo de sus canciones,
esperaba el aleteo de sus alas y
esperaba sus caricias cuando suavemente se posaba en su mano.
Y el gorrión la amaba, la amaba como a todo lo que le
rodeaba, amaba las palabras dulces cuando le hablaba, amaba la delicadeza como
le acariciaba, amaba sus silencios cuando le miraba.
Un día la ventana se cerro y no se volvió a abrir más, su
amiga del alma se fue muy lejos, al país del olvido empujada por su amo, ella tenía
amo cosa que el no entendía, como no entendía su falta de libertad. El, que nació
libre para volar no podía entender que un hombre privara de su libertad a su
amiga del alma”.
Volvió con su hermana al país de los gorriones y allí repartió
sus enseñanzas y ya nunca pudo olvidar
la ventana, sus arrullos y las caricias de su amada.
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