Domingo 3 de agosto, hoy está dedicada la imagen a mi hermana Mari, tengo esta imagen guardada de ella, es de hace unos días, nos enteramos que la luna estaría especialmente grande en su salida y allí que nos lanzamos, Ana, Rober, Mari, Maria Jose y yo mismo, equipados con nuestros mejores aparatos de fotografiar, en un momento dado, pille a Mari intentando hacerme una instantánea, fui más rápido que ella y con mi sonyeta le hice yo esta fotografía que nos causó muchas risas, prácticamente desaparece ella tras la cámara, en fin fue una noche muy agradable y la pena es que cuando salimos de lugar para fotografiar la luna, aunque aún estaba enorme, había perdido ya su grandeza, nada mejor para fotografiarla que recién salida por el horizonte, otra vez será, bueno mañana más.
El elefante fotógrafo
Había una vez un elefante que quería ser fotógrafo. Sus
amigos se reían cada vez que le oían decir aquello:
- Qué tontería - decían unos- ¡no hay cámaras de fotos para
elefantes!
- Qué pérdida de tiempo -decían los otros- si aquí no hay
nada que fotografiar...
Pero el elefante seguía con su ilusión, y poco a poco fue
reuniendo trastos y aparatos con los que fabricar una gran cámara de fotos.
Tuvo que hacerlo prácticamente todo: desde un botón que se pulsara con la
trompa, hasta un objetivo del tamaño del ojo de un elefante, y finalmente un
montón de hierros para poder colgarse la cámara sobre la cabeza.
Así que una vez acabada, pudo hacer sus primeras fotos, pero
su cámara para elefantes era tan grandota y extraña que parecería una gran y
ridícula máscara, y muchos se reían tanto al verle aparecer, que el elefante
comenzó a pensar en abandonar su sueño.. Para más desgracia, parecían tener
razón los que decían que no había nada que fotografiar en aquel lugar...
Pero no fue así. Resultó que la pinta del elefante con su
cámara era tan divertida, que nadie podía dejar de reír al verle, y usando un
montón de buen humor, el elefante consiguió divertidísimas e increíbles fotos
de todos los animales, siempre alegres y contentos, incluso del malhumorado
rino!; de esta forma se convirtió en el fotógrafo oficial de la sabana, y de
todas partes acudían los animales para sacarse una sonriente foto para el
pasaporte al zoo.
Pedro Pablo Sacristán
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