A la mujer que me otorgó la vida,
A quien me tuvo en su barriga y trajo esta familia,
A mi primer amiga y medica de cabecera,
Yo tu hijo, tú el cobijo que me protegió de todo lo que hay
fuera,
Quien me dijo "tú hazme caso y todo te irá bien",
Lo hice y ahora mírame, ver para creer,
La que me bañó en mil caricias y sé con abrazos,
Curó mis heridas con besos en su regazo,
Eres el espejo dónde mirarme,
Porque más que carne y huesos, más que mi carne,
La familia no se elije, esa es la única constante,
Pero ni por todo el oro del globo querría cambiarte,
Dicen que solo hay una, y a mi me vale,
Porque no habrá nadie que me quiera como tú, ninguna,
Tanta locura desde la cuna y hasta las canas,
Como la luz de luna me alumbras, como las hadas,
Confiaste en mí cuando dedos me señalaban,
Y perdonaste cuando el resto sentenciaba,
Celebraste cada paso que daba,
Cada logro como el triunfo del fruto de tus entrañas,
Mi primera palabra va dedicada a la primera dama,
Mi ángel de la guarda y maná,
La palabra más hermosa que haya sido pronunciada,
Y escuchada por el hombre y no es otra que "mamá"
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