Por fin me la presentaron, llevamos con la asociación de senderismo mucho tiempo y era una asignatura pendiente que tenia por hacer, por fin el Domingo de Resurrección estando grabando en la fiesta del Judas, y habiéndome quedado ya sin batería en la sonyeta, acudieron Marco, Julio y Mª Carmen a invitarme a ir a su encuentro, me alegre de ver ese prodigio natural, aunque nunca me la imaginaba asi, lastima ya no tuviese para poder hacer alguna instantanea con la sonyeta, esta es del móvil, pero de todas formas pienso volver, no se cuando pero volveré, jajaja, bueno espero os guste y ya sabeis:
Mañana mas.
Mañana mas.
Encina. (Querqus ilex, subespecie ilex)
La encina es un árbol
de hoja perenne, de crecimiento lento, que puede llegar hasta los 15 ó 20
metros de altura. Se trata de un árbol corpulento, con ramas ascendentes y
abiertas que dan lugar a una copa amplia, densa. Árbol de origen mediterráneo.
Las encinas son uno de los árboles más típicos del paisaje
español: por ello han sido objeto de preciosas poesías. Por ejemplo, Antonio
Machado comienza una de ellas diciendo:
¡Encinares
castellanos
en laderas y
altozanos,
serrijones y colinas
llenos de oscura
maleza,
encinas, pardas
encinas;
humildad y fortaleza!
El tronco, recto y
recio, tiene una corteza gris ó marrón oscuro, rugosa y agrietada.
Las hojas son lanceoladas, de 3 a 6 centímetros, con el margen
dentado, de ordinario: menos en las de las ramas antiguas. Son coriáceas, de
color verde oscuro por el haz y más claras por el envés: a veces, casi blancas
a causa de su considerable vellosidad.
Las flores masculinas son
amarillentas, se distribuyen en largas inflorescencias colgantes. Su gran
abundancia, así como el color más claro de las hojas nuevas da una tonalidad
muy clara a unos árboles de ordinario muy oscuros.
El fruto es una bellota, de unos 2 ó 3 centímetros que es
alimento tradicional del ganado porcino, particularmente en las dehesas de
Castilla y Extremadura.
Cuando el bosque camina hacia la vejez, al llegar el invierno, guareces tú, encina, de madera dura y follaje eterno.
Tus horcaduras implican, mezclas de liquen y muérdago de Navidad.
Ningún aliento te turba, sacerdotisa enorme, metal vegetal.
El invierno ha llegado, llueven bellotas de tu fortaleza.
Un jabalí, perdido, de la noche anterior, acude a ti hambriento.
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