martes, 5 de mayo de 2015

335 de 365 La Matahermosa

Por fin me la presentaron, llevamos con la asociación de senderismo mucho tiempo y era una asignatura pendiente que tenia por hacer, por fin el Domingo de Resurrección estando grabando en la fiesta del Judas, y habiéndome quedado ya sin batería en la sonyeta, acudieron Marco, Julio y Mª Carmen a invitarme a ir a su encuentro, me alegre de ver ese prodigio natural, aunque nunca me la imaginaba asi, lastima ya no tuviese para poder hacer alguna instantanea con la sonyeta, esta es del móvil, pero de todas formas pienso volver, no se cuando pero volveré, jajaja, bueno espero os guste y ya sabeis:
Mañana mas.




















                      Encina. (Querqus ilex, subespecie ilex)

La encina  es un árbol de hoja perenne, de crecimiento lento, que puede llegar hasta los 15 ó 20 metros de altura. Se trata de un árbol corpulento, con ramas ascendentes y abiertas que dan lugar a una copa amplia, densa. Árbol de origen mediterráneo.
Las encinas son uno de los árboles más típicos del paisaje español: por ello han sido objeto de preciosas poesías. Por ejemplo, Antonio Machado comienza una de ellas diciendo:
¡Encinares castellanos
en laderas y altozanos,
serrijones y colinas
llenos de oscura maleza,
encinas, pardas encinas;
humildad y fortaleza!
 El tronco, recto y recio, tiene una corteza gris ó marrón oscuro, rugosa y agrietada.
Las hojas son lanceoladas, de 3 a 6 centímetros, con el margen dentado, de ordinario: menos en las de las ramas antiguas. Son coriáceas, de color verde oscuro por el haz y más claras por el envés: a veces, casi blancas a causa de su considerable vellosidad.
Las flores masculinas son amarillentas, se distribuyen en largas inflorescencias colgantes. Su gran abundancia, así como el color más claro de las hojas nuevas da una tonalidad muy clara a unos árboles de ordinario muy oscuros.
El fruto es una bellota, de unos 2 ó 3 centímetros que es alimento tradicional del ganado porcino, particularmente en las dehesas de Castilla y Extremadura.

Cuando el bosque camina hacia la vejez, al llegar el invierno, guareces tú, encina, de madera dura  y follaje eterno.
Tus horcaduras implican, mezclas de liquen  y muérdago de Navidad.
Ningún aliento te turba, sacerdotisa enorme, metal vegetal.
El invierno ha llegado, llueven bellotas de tu fortaleza.
Un jabalí, perdido,  de la noche anterior, acude a ti hambriento.

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