El verano es particularmente agradecido con nosotros en
cuanto a la cantidad y variedad de frutas que nos regala, multitud de sabores,
olores y colores, particularmente estas características de las frutas se aprecian en los mercados semanales de
todos los lugares, aquí en el lugar es el sábado.
Este último sábado encontré estas perillas de San Juan en el
puesto al que acudo regularmente a comprar, temprano, muy temprano, (acompañado
de mi Julieta), para que la fruta este
fresca, por lo menos mientras la compro, luego de vez en cuando te encuentras
alguna sorpresa, jajaja.
Tanto en mi infancia, como en todas mis etapas de la vida,
siempre he sido muy amigo de la fruta, recuerdo que mi madre siempre que venían
estas peras, (ella les decía las perillas de San Juan), siempre me compraba,
era poco el tiempo en el que disfrutábamos de su presencia en las tiendas, quizás
unas dos o tres semanas, y siempre coincidiendo con San Juan, por eso será lo
de su nombre supongo.
Hoy os dejo esta instantánea de estas riquísimas
perillas de San Juan, mañana mas.
Dentro de
una pera
vivía un
gusano,
si tenía
hambre
le daba un
bocado.
Tanto,
tanto, tanto
la mordisqueó,
que al cabo
de un tiempo
sin casa
quedo.
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