domingo, 29 de junio de 2014

25 de 365, La nueva peluqueria

Hoy la imagen que he encontrado ha sido una foto que hice ayer al ir al mercado de los sábados, fuimos temprano Julieta y yo, pero donde aparcamos me llamo la atención como esta dejando la fachada Montse, amiga de mi sobrina Mª Luz y naturalmente mía, jajajajaj, en el inicio me estuvo enseñando las instalaciones, muy grande y todo nuevo, pues la verdad ha puesto su negocio con mucho gusto y elegancia, como es ella, ahora ya poco a poco la va terminando y sigue en las mismas, dándole su toque personal en todo lo que hace, enhorabuena Montse y felicidades, lastima que no necesite tus servicios, pero ya sabes como tengo la melena, y con poco voy, jajajaja, hoy creo que voy a subir un escrito que me ha gustado de la red, me hizo gracia por que lo escriben en argentino, un idioma que me trae recuerdos de mi Mª Luz y su amiga "la boluda", jajajaja, ademas el tema es interesante, y creo que para este blog reivindicar la existencia de Dios seria una de las primeras cosas en las que tendríamos que hacer mucho, pero mucho hincapié.
Bueno hasta mañana que seguro tenemos mas, jajaja.






                            Pedro y el peluquero 
Un jovencito de unos quince años, va  a la peluquería mandado por su madre para que le hagan un corte de pelo.
Al llegar saluda, el peluquero le hace tomar asiento, y le pregunta: 
-       ¿Cómo lo querés pibe? 
-       Corto por favor. 
-       Lindo día ¿no?, dice el peluquero. 
-       Lindo día, Gracias a Dios, contesta Pedro. 
-       Que Gracias a Dios ni ocho cuarto. Un lindo día y punto. 
-       ¿Usted no cree en Dios? 
-       Mira pibe, si Dios existiera, no habría choros en el gobierno, ni mentirosos en la tele, ni gente desocupada, ni . . . ., ni . . . . y continuó el peluquero con su larga retahíla de mezquindades y miserias humanas hasta que terminó de cortarle el cabello. 
Pedro se quedó medio confundido, pagó y saludo antes de retirarse. 
Al cruzar hacia la plaza del pueblo, luego de salir de la peluquería, ve un grupo de melenudos, sin afeitar y muy desalineados que estaban sentados en uno de los canteros. 
Regresó a paso largo a la peluquería, y adentrándose en ella después de abrir la puerta de par en par, le dijo al peluquero: 
-       ¡Los peluqueros no existen! 
-       Jejejeje, rió el peluquero, ¿y yo que soy? 
-       ¡Los peluqueros no existen!, repitió Pedro, agregando: si los peluqueros existieran no habría gente como esa, señalando hacia el grupo en la plaza. 
-       No pibe, esos están así porque nunca vienen a la peluquería, no porque no existan los peluqueros. 
-       Pues, mire Don Inocencio, lo mismo pasa con toda esa gente que Usted mencionó mientras me cortaba el pelo. No es que Dios no exista, es que ellos nunca se acercan a Dios.




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