lunes, 8 de diciembre de 2014

187 de 365 El panel de cerámica ajero

Hoy la entrada debería estar dedicada a la Inmaculada, es su día, o a Macu, Asun o Pilar, estas chicas cumplen años entre el día 7 y ocho y ellas son (Asun sobrina y Macu y Pilar consortes de mis sobrinos que para el caso da igual), pero tengo esta imagen por aquí rondándome y he decidido subirla y yasta, jajaja.
Hoy en día casi nada de estos quehaceres se realizan como en el mural, yo creo que ya ninguno, pero yo que lo he vivido, mamado, trabajado, y todo lo que esta relacionado lo he realizado sin mas.
Ahora tenemos maquinarias para todo y ya casi nada es igual, los grandes sacrificios y esfuerzos realizados para poder sacar este cultivo adelante se han modernizado una barbaridad, ese es uno de los motivos que siempre estemos casi igual, los precios, los precios, pero al haber tanta producción es lo mas natural, que de vez en cuando casi se tienen que arrojar, en fin deseando se puedan vender con facilidad, que se pueda vivir en el lugar de este producto singular y que se quede todo como esta, no yendo para atrás en mi opinión no nos podemos quejar.
Bueno esperando os guste, a sabeis:
Mañana mas.




El único medio de conseguir que el labrador pueda cultivar su parcela del modo mejor y más intensivo posible es establecer alguna modalidad de lo que durante el siglo pasado se llamó en Europa "agricultura superior". Ésta consistía en un equilibrio entre animales y plantas cuidadosamente planeado con el fin de que unos y otras se nutriesen mutuamente: las plantas servían de pasto a los animales, éstos fertilizaban el suelo con su estiércol, y la tierra sustentaba a las plantas. Se alternaban diversas variedades de animales y plantas en la misma parcela, de suerte que cada especie tomara lo necesario para sí e hiciera a la tierra su contribución particular, y en la mente del agricultor las necesidades del suelo ocupaban siempre un lugar preeminente. Se tenían en cuenta los animales y los cultivos por los efectos beneficiosos que pudieran reportar al suelo.
                                                     John Seymour











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