En España, el Día de la Constitución -oficialmente Día de la
Constitución Española- se celebra el 6 de
Diciembre. Es un día festivo en toda España en el que se conmemora la
celebración del Referéndum Constitucional de 1978 en el que el pueblo español
aprobó, por amplia mayoría, la actual Constitución Española, en vigor desde
entonces. Hoy la entrada es una foto que me ha pasado mi hijo Miguel, en una
visita que ha realizado con el instituto a los madriles, la primera parada fue
a el congreso y por eso la subo en el día en que celebramos su fiesta, Dia de
la constitución española. Espero os guste y ya sabéis: Mañana mas.
Los leones del congreso
Los diputados españoles llevaban siete años reuniéndose en
los salones de baile del Teatro Real. Desde que en octubre de 1843 se decidiera
construir un nuevo edificio que albergara las Cortes Españolas, habían pasado 7
años. Pero aquel 31 de octubre de 1850, la Reina Isabel II inauguraba
oficialmente desde la Sala de Sesiones el nuevo espacio para que sus señorías
se empeñaran en llevar la nación a buen puerto. Flanqueando la entrada, dos
fabulosas farolas de hierro fundido se ubicaban sobre pedestales al inicio de
la escalinata de aquella fachada que recordaba a un templo clásico.
No habría pasado ni un mes cuando algunos diputados hicieron
saber su disconformidad con la colocación de las farolas, alegando que estaban
carentes de fuerza plástica, que nada tenían que ver con los altorrelieves y
esculturas del frontón que Ponciano Ponzano había terminado y que desentonaban
con el fulgor blanco del edificio.
Fue calando poco a poco esa idea al punto que el Congreso se
puso en contacto con el escultor aragones. Ponciano presentó el diseño más
coherente, el más fuerte y apropiado: dos leones que recordaran el famoso
nomenclátor que en tantos poemas y lemas desde la Antigüedad hablaban del “león
de Iberia” y que haría alusión a uno de los más históricos reinos peninsulares.
A tamaño natural, Ponzano presentó el proyecto de hechura de dos leones en
mármol. Pero la pésima situación económica por la que atravesaba el País
obligaron al artista a optar por materiales más baratos y que sin caer en lo
precario, permitieran asumir el proyecto. Y así, llegaban dos leones a la escalinata del Congreso hechos yeso y
pintados al objeto de simular que se trataban de piezas de bronce que se debía
utilizar.
Llovió, nevó, hizo frío, los diputados sobaron a su antojo
las lanudas cabeceras, los madrileños se abrazaron al endeble material y el
deterioro no tardó en aparecer. Un año después de su realización, parecían
ruinas. No quedó más remedio que volver a contactar con Ponciano para que se
encargara de hacer unos nuevos, esta vez como en el proyecto original; pero el precio seguía siendo inasumible por el
Congreso así que sin pudor alguno contactaron con el escultor abulense José
Bellver Collazos (1824-1869), haciéndole llegar el diseño de Ponciano Ponzano y
rogándole la contención en el precio. El nuevo ejecutor entregó hacia 1859 una
pareja de leones de piedra, pero lo barato sale caro. Eran pequeños,
desproporcionados para figurar en la escalinata de una edificación como esa y
los madrileños, con una simpatía desbordante que en esta Alacena hemos contado
mil veces, los confundieron con perros con sarna, tal vez afectados por la
rabia y al final sus señorías claudicaron y los mal vendieron, estando hoy en
los Jardines de Monforte en Valencia. Los de la foto de arriba.
La eterna historia de España. Primero, unos leones malos
para salir del paso que hubo que dejar que se arruinaran. Luego, por no gastar
lo debido, otros que eran la risa y sorna del pueblo. La Reina Isabel II pidió
cuentas de lo gastado en el proceso de decoración del exterior del Palacio del
Congreso (farolas incluidas) y se dio cuenta que si desde un primer momento se
le hubiera encargado a Ponciano Ponzano los leones, se hubieran pagado. De
manera que se le hizo llamar, se le mandó a Sevilla para que supervisara la
fundición en bronce de sus piezas bocetadas y se le dijo que llegaría el noble
material. ¡Paciencia! Lo que tenía claro la Reina es que en Francia no se
fundían por mucho que algunos expertos le indicaran que se abarataría el
proceso. Jamás consentiría la Reina Isabel tal cosa, máxime cuando todavía estaba
fresca en la memoria la Invasión de Napoleón.
En 1859 España estaba deseosa de darle una alegría al
pueblo. Se había perdido la casi totalidad del Imperio, la política no marchaba
ni convencía y sólo con un operación militar que recordara el prestigio de
nuestros ejércitos, se conseguiría relevancia. El sultán norteafricano puso en
bandeja la excusa atacando Ceuta, por lo que en General Leopoldo O`Donnel se
lanzó a tomar Marruecos. Y con todos los cañones y piezas de artillería que se
incautaban, Ponciano Ponzano mandaba fundir las piezas y sacaba material para
unos leones que en 1861 estuvieron terminados. Los más caros del Mundo, habida
cuenta de las chapuzas previas.
Sobre 1865, el pueblo de Madrid los conocía ampliamente: uno
era Luñis Daoíz y el otro Pedro Velarde, es decir, los dos grandes héroes que
defendieron Madrid hasta la muerte frente al francés en 1808. Luego, se
convirtieron “Benavides” y “Malos pelos”, como los más madrileños los llaman.
Son soberbios, arrogantes, fabulosos, dignos y representan el espíritu propio
de Iberia, de Hispania y de España, tal y como los foráneos nos han visto por
tres mil años. Pero la historia debe servirte, lector: haz las cosas bien de
primeras, o no las hagas nunca, porque unas farolas, unos primeros leones, unos
segundos leones... Hasta que llegaron los terceros, el cuarto adorno
definitivo. Si desde un primer momento se hubiera invertido bien, no habría
pasado eso. Aunque nos hubiéramos perdido una suculenta curiosidad de la
Historia de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario