lunes, 26 de enero de 2015

236 de 365 El culto al cuerpo

Una imagen singular y que llama mucho la atención, estamos en el templo de la diosa Vesta, el gimnasio de Vicente "Chinchi" que es como ademas el se denomina, Sparta creo que se llama el gimnasio, yo es que no soy de gimnasios, es un edificio singular del lugar y por eso aproveche uno de mis paseos de los domingos y le hice la instantanea, estando el sol tras el, lo que hizo que la imagen tuviese mas esplendor, por lo menos a mi me gusto cuando hice la foto, bueno espero os guste y ya sabeis:
Mañana mas.



















No todos podemos ni queremos ser como Cristiano Ronaldo
¿Se necesita estar super entrenado, comer verduras y frutas todos los días para poder vivir en paz? Hay un culto al cuidado del cuerpo y la salud que me exaspera. ¿Qué haremos los grandes defensores de los carbohidratos y el pan con manteca ante este mundo "saludable" que se aproxima?
"Hace 14 horas que está corriendo en la cinta sin parar", me contó Mauricio Monta. "Cucu, llegaste al lugar indicado para tu problema". Yo no tengo ningún problema, le respondí. Pero Monta me respondió con ironía "vos no, pero tu cuerpo sí".
"Aprendé de este jugador de Boca, vení que te lo presento". Pero el futbolista no paraba de correr en la cinta. Me agitaba de solo verlo. "Quiere ser titular este semestre en Boca, viene todos los días después de entrenar en Casa Amarilla".
Saltó de la cinta y fue corriendo y agarró unas pesas que comenzó a levantar desesperadamente. La levantó 3500 veces y luego salió corriendo, echando humos, hacia una pileta de cien metros. Fue y vino por lo menos 83 veces. Este muchacho era una máquina. Más que un futbolista parecía Rocky. 
Para terminar, se volvió a su casa de Nuñez en bicicleta (estamos en La Boca). Quise decirle que podía tomar el 152. 
El joven deportista me irradió una energía que me alejó de él al instante. Quise ser libre, estar en paz, no acelerar mi pobre corazón sedentario. Sin duda, el deporte, la salud, el culto a la belleza corporal, esclavizaba a mis contemporáneos. 
Me vino hambre y me crucé al bar de enfrente a tomarme un café con leche y cinco medialunas. La mañana estaba levemente fría y ventosa. Ideal para leer el diario.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Washington Cucurto

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