domingo, 11 de enero de 2015

221 de 365 Arrocenando

Hoy la entrada en cuanto a la instantanea no es de mucho valor, lo que es verdaderamente hermoso e importante fue el motivo y el sabor de este arroz, el motivo el nuevo trabajo que Pedro Julio ha encontrado y que a sus 30 años le va a aportar la estabilidad y autonomía que tanto necesitaba, eso es lo que celebramos una arroz nocturno echo por el mago de los fogones Toni, jajajaja, allí estábamos con muchas ganas de pasarlo bien y disfrutar de la velada, los que hasta hace pocos días compartíamos trabajo con el afortunado y a decir por las sobras de la perola, estuvo guenismo, vamos que ojala nos salga trabajo fijo a todos y podamos ir celebrando arrozadas como esta, jajajaja, bueno espero os guste y ya sabeis:
Mañana mas.



















                           El arroz con pollo

Saqué la libretita con espiral en donde tenía anotado varios menús criollos, copiados de la mama, desde que empecé a vivir solo. 

Busqué la hoja indicada e inicié la preparación de mi primer arroz con pollo: Puse a encurtir el pollo, dejado para la preparación, en sal, pimienta, comino y vino. En una de las tres ollas Super Ware que teníamos, sofreí las presas de pollo; después de retirar las presas, en ese mismo aceite, preparé el aderezo: cebolla cortada en cuadraditos, con sal y pimienta, luego un par de dientes de ajos chancados a piedra, seguidamente las hojas del culantro picadas menudamente y el ají amarillo cortado en tiras anchas.
Mientras seguía con el aderezo, leía las indicaciones del manual de las ollas Super Ware, que daba indicaciones precisas para el cocimiento de arroz. Siguiendo estas pautas, alisté el arroz para agregar al aderezo, lavándolo y escurriéndolo adecuadamente.
Una vez agregado al aderezo el arroz, con el pollo sofrito incluido, y después de verificar que a mi gusto estaba delicioso, esperé pacientemente se terminara de cocinar y sin mucho pensarlo, decidí preparar una sorpresa: eliminé todo vestigio de labor culinaria, é incluso, coloqué la olla con el arroz con pollo preparado en el anaquel donde guardábamos las ollas vacías. Limpie la cocina, me di una ducha, y me recosté en la cama en espera de mi bien amada.
Todo salió perfecto; no pasaron ni 15 minutos cuando la oí introducir su llave a la cerradura, entonces salí a recibirla; Llegaba con aspecto cansado y cara preocupada, pues para ese día pocas posibilidades de tener algo para la mesa teníamos. Dejó sus cosas en la entrada y pasamos frente a la cocina, oscura, silenciosa y entramos a nuestra alcoba.
Me dijo que no sabía que preparar para cenar, le respondí, conteniendo la emoción, que no se preocupara, que tomara una ducha para que se refrescara y despojara de toda la carga del día, y que después… ya veríamos.
Así lo hizo, entró al cuarto de baño y al rato oí correr el agua de la ducha.
Entonces corrí, de puntillas, a la cocina, puse los individuales, los platos, los cubiertos, un par de copas para el vino y esperé el tiempo prudencial para servir el arroz con pollo sin que se enfriara, antes de que ella saliera del baño.
Salió pronto, regresó a la alcoba, se terminó de vestir y salió hacia la cocina, dispuesta a ver que podía encontrar para preparar, y entrando… se detuvo en la puerta de la cocina, con el pie derecho empezando un nuevo paso… muda, al ver los platos servidos.
Volteó hacía mí, me abrazó y estrechándome, empezó a llorar.
Pasó el tiempo y por muchos años me repitió que fue el Arroz con Pollo más delicioso que había comido en su vida. 

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