Santa María Magdalena - Novena, Cuarto día
Los datos evangélicos son estos: Yendo por ciudades y aldeas, Jesús predicaba y evangelizaba el reino
de Dios. Le acompañaban los doce y algunas
mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades. María
llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, Juana, Susana, y
otras que le servían con sus bienes.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Dios mío, uno y trino! Yo te adoro, creo en Ti, espero en Ti y te amo,
te alabo y te ensalzo, ahora y para sobre todas las cosas, por Ti mismo,
siempre te deseo ver, te obedezco, te amo, te doy infinitas gracias y me duelo
por todo lo que me puede doler haberte ofendido, solamente por ser Tú quien
eres.
Me gozo de tus infinitos bienes y de tu infinita gloria; deseo
ardientemente te adoren, te amen y te glorifiquen, y te ofrezco entre estas
oraciones unidas con el amor humano Verbo, para con Santa María Magdalena, a tu
mayor gloria y para honra del mismo humano Verbo y de su Santísima Madre y de
la misma Santa María Magdalena.
¡Dulcísimo Verbo humano! Te doy humildes y afectuosas gracias porque
con tu divina luz ilustraste la mente de la Magdalena, y le heriste el corazón
con tanto amor, que como sierva herida corrió a la fuente de su misericordia, a
tus divinos pies, en donde con lágrimas y afectos intensísimos de dolor y de
amor, lavó las manchas de su alma y alcanzó la perfecta remisión de sus culpas,
y tan sobreabundantes gracias, que de pecadora se convirtió luego en una gran
santa; te suplico por sus méritos me concedas a mí una íntima y perfecta
contrición de mis pecados y el cumplido perdón de ellos y gracia abundante para
que te sirva y ame en lo venidero, con inocencia de vida y fervor de caridad;
por Ti mismo que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Aquí se pide la gracia que desea y después se rezará tres veces el Padre
Nuestro y Ave María.
CUARTO DÍA
Dulcísimo Verbo humanado, que por las lágrimas y ruegos de Santa María
Magdalena te dignaste resucitar a su hermano Lázaro que olía mal en la
sepultura; por sus méritos te suplico, Redentor mío, que llames a mi alma que
está en el sepulcro de sus culpas y vicios y la hagas levantar a una nueva
vida, santa fervorosa, por ti mismo, que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amén.
Oh fina y fuerte mujer
ó querida Magdalena que después de la tormenta amarga de tus llantos te
resguardaste bajo el escudo
fortísimo de la virtud
de la constancia siendo perpetua seguidora de tu Soberano Jesús quién en medio
de sus angustias te hiciste presente y ante la
huída de los apóstoles en el momento más difícil Magdalena fue testigo de tu
mayor obra: la Redención.
Por esta constancia
tuya yo como el menor de tus devotos te ruego nos alcances de Dios constancia,
esfuerzo y perseverancia a los que siguen el
camino de la perfección sin desmayar en la fe para que todos sigamos tus pasos
a la dichosa Jerusalén. amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario