sábado, 15 de noviembre de 2014

164 de 365 El cuadro de Ana

Estamos a mediados del Otoño, hoy tengo una imagen que desde que la vi por primera vez me gusto, es un cuadro que hizo mi adorable sobrina Ana y que siempre le estoy diciendo que me gusta mucho, pero nada que no me lo regala, y yo dale que te pego, cuanto me gusta, que bien te ha salido, en fin yo seguiré intentándolo y a ver si hay suerte, sinceramente donde esta luce muy bien, lo tiene mi Mary en su salón y cada vez que voy me siento frente a el y lo miro y contemplo con mucha satisfacción, Ana es y ha sido polifacética, bueno últimamente con el pequeño Darío, creo que solo practica una faceta, ser mama, le ocupa todo el tiempo, esta saturada,todas las charlas que hemos tenido sobre la crianza de los nenes se están volviendo a mi favor,creo que hasta le ha puesto castaña, no se las veces que hemos hablado del tema y eso para ella era algo relacionado con las supersticiones, nada científico, una estudiosa como ella, para nada se creía eso, en fin ni sus estudios de medicina, ni de sociología, han podido con estos temas una vez ha sido mama, y eso a veces da un regustin, jajaja, lo que cambia la cosa desde donde lo contemples.
bueno os dejo con la imagen del cuadro, mi cuadro, y ya sabéis espero que os guste y :
Mañana mas.



























Louis Armstrong

LA TROMPETA

¡Qué hermoso era el sonido de la trompeta
cuando el músico contuvo el aliento
y el aire de todo el universo
entró por aquel tubo ya libre
de obstáculos! 
Qué bello resultaba el estremecimiento
producido por el roce
de los huracanes contra el metal,
de los cálidos vientos del Sur, 
y luego del helado austral, 
que dio la vuelta al mundo. 
El viento solano llegó lleno de luz
salpicando de sol y de verano.
El siroco dejó un poco de arena,
y el mistral era casi silencio,
igual que los alisios. 
Pero escuchad,
escuchad todavía el ramalazo,
la poderosa ráfaga
deja sobre la piel
la húmeda caricia del salitre 
Un grito agudo interrumpió la melodía. 
El artista, extrañado,
agitó su instrumento,
y cayó al suelo, yerta, rota,
una brillante y negra golondrina
Ángel González

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