domingo, 6 de julio de 2014

32 de 365 Pamplona

Ya que mañana es San Fermin, me voy a permitir subir una foto en la que estamos pasándonoslo en grande en Pamplona, estamos Mª Sol, la inigualable Mari  y yo mismo, que bien nos lo pasamos en aquella excursión con el Amarrao, cuanto reímos, hay momentos antológicos, como cuando estábamos en la plaza de toros y después de comer en la feria del marisco, hacíamos como que nos pillaba un toro e intentábamos subir la barrera, jajajajaj, mas de uno se meo, jajajajaaj, no solo de la risa, sino del esfuerzo de subir la pierna e intentar subir la barrera, fue inmejorable, recomiendo retrocedan en esta blog y busquen la entrada del vídeo completo, seguro que se lo pasan casi igual que nosotros al vivirlo y hacerlo.
Bueno llevo tiempo sin ver ni saber nada de Mari, la ultima vez que la vi, fue en el funeral de su madre, las veces que me dio las gracias por la copia del vídeo que le pase, pero sobre todo se acordaba de los buenos momentos que vivimos todos, eso era lo mas importante para mi, que en el montaje de vídeo se viese lo mucho que disfrutamos del viaje, lo que reímos y vivimos, eso no se puede olvidar nunca, espero siga bien y ansió que podamos en otra ocasión repetir este no, un viaje parecido, la verdad que nos lo pasamos muy bien.
Bueno por hoy ya he cumplido, mañana mas, y creo que tiene relación con el santo del día San Fermin.


Las zapatillas

Se calza las zapatillas. Blancas por supuesto. La derecha le aprieta un poco pero no le impedirá asistir al encierro. El blanco del pantalón es distinto, será por los años que tiene. Se anuda el pañuelo rojo en el cuello y la faja en la barriga. Espera que sea lo único rojo hoy. Los estiramientos son necesarios. Una pierna. Otra pierna y coge el periódico enrollado. Las ocho menos tres minutos, si no se da prisa no llegará al primer cántico. Las zapatillas suenan por el piso. Se oye un murmullo de gentes que ya están listas para echar a correr. El segundo cántico. Lo canta con fervor. El café está apunto de manchar la camisa y olvida el desayuno. El tercer cántico. La guardia municipal se coge de los antebrazos y forma una barrera. El chupinazo deja un sonido como de serpiente antes de estallar. Se oye un cencerro. A punto. Se sienta ante el televisor por el que ya asoma el primer cabestro. En la cuesta de Santo Domingo se encuentra con la manada de cara. Choca con dos que estaban ahí parados. Por el Ayuntamiento y Mercaderes ha corrido bien, un derrote pero lo esquivó. En Estafeta se echa a un lado. Un par de toros le han sobrepasado asustados del gentío. Un cabestro se cae. Ya está en telefónica. Un toro arrambla hacia la derecha, precisamente donde le duele la zapatilla. Se sube al vallado y casi sufre una cornada por culpa de un aficionado imprudente. La bajada del callejón ha sido difícil, una pequeña aglomeración dificultaba el paso. Por fin ya llegó a la plaza. Dos minutos y 40 segundos. No está mal. Y se va a la cocina a terminar el desayuno. Pero antes se quita las zapatillas que le aprietan.  

CARME CARLES FÈLIX


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