miércoles, 2 de julio de 2014

28 de 365 Los Candados del Amor

            Juramentos de amor con candados
Nunca vi en ningún lugar esta moda, tampoco viajo mucho, pero nunca lo vi ni por asomo, en Segovia cuando íbamos camino al Monasterio de Santa Mª del Parral, guiados por violeta, saliendo desde el mismo acueducto y siguiendo el paseo Santo Domingo de Guzmán, una ruta muy hermosa donde solo encontramos arboles y tranquilidad, cruzamos un puentecillo, pequeño, que debe ser para cruzar por un afluente pequeño del rio Eresma, pues recuerdo que era muy pequeño, el caso es que hay estaban, unos pocos candados, no serian más de 8 o 9, y me pare, algo me dijo dentro de mí, ¿esto qué es?, jajajaa, por eso se merece una foto en el blog, por ser una ciudad pequeña, pero que es una ciudad viva que se apunta a todo lo que sea novedad, aunque eso de los candados según me dice Google viene de mucho tiempo atrás.
Puentes más románticos para los candados del amor Puente de las Artes, París, Francia. Uno de los destinos románticos por excelencia porque “Siempre tendremos París”.
Puente Mecsek, Pécs, Hungría. Mucho antes de la moda, esta Herencia Cultural del Mundo según UNESCO, desde los años ochenta este puente ya veía a las parejas sellar su amor con candados gracias a estudiantes que hacían su juramento de amor.
Puente Luzhkov, Moscú, Rusia. El centro de Moscú ha creado un gran bosque de árboles de amor para colocar candados, su auge fue tal que se han creado estructuras similares a los árboles para que las parejas puedan colocar sus candados.
Monte Huang, Huangshan, China. El monte se ha convertido en el lugar donde las parejas colocan su candado y arrojan la llave al abismo para jurarse amor eterno e inolvidable.
Puente Vecchio, Florencia, Italia. El lugar de la leyenda y un lugar que ha atraído a las parejas a la famosa ciudad de Italia para sellar su amor.



Amor, vamos al puente sobre el río,
el que anduvo reflejando tanto tiempo sólo cielo,
el que te enseña que la vida es una espalda que pasa,
ponte radiante, como para aquella cita primera y
préndete del pelo una menuda rosa roja.

Amor, yo llevo en el puño el pálpito de un juramento:
tu nombre, el mío, esta fecha grabado en el acero
de la memoria de los sueños.

Asómate amor a la corriente, si vamos a dejar de ser nosotros, 
si el rumor de mi sangre va a sonar en tus venas, 
si vas a desaparecer para dentro de mi aparecerte entera.

Cierra, prende el candado al hierro de la baranda
y arroja las llaves a lo poco puro que queda
en la tierra: el río que nace como nosotros,
de la húmeda sombra (¿lo cruzamos juntos?)
y que en el estuario desaparece de la vida,
 sin ruido sin memoria sin lágrimas
                                                                                ©Rubén Lapuente

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