jueves, 5 de marzo de 2015

274 de 365 El pozo del parque Ceci

Hoy tenemos cumpleaños, Isabel, mi amiga la pedroñera trotera cumple un año mas, son muy pocos y la verdad los lleva espectacular, bueno como te gusta tanto el lugar te dedico esta entrada que seguro te va a gustar, FELICIDADES.
Todos los días lo veo, todos los días me digo "te tengo que fotografiar", pero como siempre lo cercano parece que lo vamos dejando atrás, es el pozo artificial que se inventaron para adornar este parque y que la verdad tuvieron una idea genial,
digo artificial aunque quizás estuviese 
allí algún pozo en realidad, yo no lo recuerdo, no nunca escuche oír nada de pozo en este lugar, pero no se sabe, el caso es que esta muy bien puesto, allí en todo el medio, una gozada para la vista y yasta, jajajaja.
Bueno espero os guste la imagen y ya sabeis:
Mañana mas.



















El pozo 

¡El pozo!... Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca, tan sonora! Parece que la palabra la que taladra, girando, la tierra oscura, hasta llegar al agua fría. 
Mira: la higuera adorna y desbarata el brocal. Dentro, al alcance de la mano, ha abierto, entre los ladrillos con verdín, una flor azul de olor penetrante. Una golondrina tiene, más abajo, el nido. Luego, tras un pórtico de sombra yerta, hay un palacio de esmeralda, y un lago, que, al arrojarle una piedra a su quietud, se enfada y gruñe. Y el cielo, al fin. 
(La noche entra, y la luna se inflama allá en el fondo, adornada de volubles estrellas. ¡Silencio! Por los caminos se ha ido la vida a lo lejos. Por el pozo se escapa el alma a lo hondo. Se ve por él como el otro lado del crepúsculo. Y parece que va a salir de su boca el gigante de la noche, dueño de todos los secretos del mundo. ¡Oh laberinto quieto y mágico, parque umbrío y fragante, magnético salón encantado!) 
—Platero, si algún día me echo a este pozo, no será por matarme, créelo, sino por coger más pronto las estrellas. Platero rebuzna, sediento y anhelante. Del pozo sale, asustada, revuelta y silenciosa, una golondrina.
                                                      JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

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