Día 3 de febrero, hoy es San Blas, ademas del cumpleaños de Mª Carmen Pacheco, para ella Muchas Felicidades, la imagen de hoy se la dedicamos a un nuevo establecimiento que descubrí hace poco en uno de mis paseos de domingo, se trata de una tienda de antigüedades, creo es de Santiago, el logotipo de la misma me recuerda a el, Santiago siempre tiene ideas brillantes, aun recuerdo cuando nos obsequio con un gran barco en uno de sus negocios, son cosas que solo se le pueden ocurrir a una persona con mucha imaginación, colocar un barco en plena mancha conquense y que se llene todos los días de publico por ver esa idea, fue algo nuevo en cuanto a decoraciones de pub o bares, por lo menos a mi me llamo mucho la atención, ahora ha cambiado el local de cosas viejas restauradas de domicilio, lo saco a la avenida príncipe Felipe y por lo pronto es mucho mas visible, lastima que estemos en crisis, bueno que a las personas que invierten dinero en esos menesteres no les pillara esta maldita crisis, pienso yo, en fin espero os guste y ya sabeis:
Mañana mas.
Los senos de verdadero Sèvres
En casa del anticuario apareció la fina mujer, cuya cintura
se cimbreaba en la luz.
-¿Qué desea? ¿Me trae algún abanico?
El anticuario, al verla sin ningún paquete, creyó que era
una de esas que se sacan de no se sabe dónde un abanico, un abanico viejo, que
llena de lentejuelas la tienda cuando ellas lo abren.
-Venga, pase -le dijo el anticuario pasándola al despachito
donde compraba las joyas más importantes.
Ella entró con la determinación de la que va dispuesta a
todo y allí sacó sus senos y los enseñó al anticuario.
-¿De Sèvres?... ¿De Sèvres? -decía el anticuario sin dejar
de darles vueltas como a los jarrones a los que se busca la marca.
-Sí, mire usted la señal -y la mujer que tenía los más puros
senos de Sèvres y que sabía dónde estaba el grabado frío como una cicatriz de
marca, le dijo: "Aquí está".
El anticuario con su lupa se quedó asombrado de la
autenticidad, y comenzó a contar como quien cuenta papeles de fumar los
billetes que daba por ellos.
Y la mujer de los puros y verdaderos senos de Sèvres salía
de la tienda sin senos, lisa, como la que ha vendido la última joya que le
quedaba de sus padres.
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