Querido Tobías:
Hoy hace ya una semana que te fuiste, no sabemos dónde, no sabemos con quién, te sacamos como siempre a tu rutina de la mañana, a que dieses una vuelta a tu parquecillo de Ceci, y hasta hoy, aun hoy estamos buscándote, esperándote, y bajamos a la calle continuamente por si apareces y estas allí, pero cada día, cada hora que pasa, el miedo a perderte definitivamente se apodera de nosotros y sinceramente nos hace sufrir.
Por edad ya era tu tiempo de marchar, pero así de esta forma, era algo que no podíamos imaginar, mis amigos llevan tiempo escuchándome decir que todos los días te invitaba a que te fueses al cielo de los perros, pero era broma, tu cielo estaba aquí, tú eras el que nos hacías estar en el cielo a nosotros, perro listo como el que más, Tobías, tobi, el mejor perro que se podía soñar,
Aún recuerdo como viniste a nuestra casa, Angelines lo trajo como regalo de Miguel, era su primer cumpleaños, y no nos pudimos negar, tan gordo, tan lustroso, eras una delicia poderte contemplar y disfrutar, a pesar de eso te pusimos límites y marcas, te quedarías con nosotros, pero abajo, al lado de las portas, primero en una casa de zapatos, luego una de madera, de las de los ajos, y cuando cumpliste el primer año, te sacamos y te colocamos el sillón, que sería tu lugar de descanso y hasta hoy.
Te echamos de menos, aun esperamos oír tus ladridos cuando viene el cartero, y con razón ladrabas, las veces que cuando te subías a la ventana el señor cartero te daba con las cartas en la cabeza, esa vileza ni tu ni yo la hemos podido olvidar, o cuando ladrabas a algunos vecinos, los desaires que seguramente te tuvieron que dar, en fin tengo tanto tuyo que contar que seguramente te dedique alguna entrada más, por hoy basta, aun esperamos tu regreso, el tiempo nos acostumbrara a que poco a poco te olvidemos, aunque te aseguro que en el corazón de esta familia siempre estarás, amigo Tobías, nunca, nunca te iras del todo, te lo puedo asegurar.
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