Después de una comida muy castellana, una vez reposado salimos en dirección al desfiladero de la Yecla, entre peñas, la ruta es por unas pasarelas y puentes y las temidas escaleras, jajajaja, menos mal que volvimos por los mismos pasos y nos evitamos la escalada empinada de peldaños que aunque parecían fáciles a mi se me antojaron interminables.
El sonido del agua, los cambios de color de las paredes rocosas , la vegetación y sobre todo la colonia de buitres que anidaban en todo lo alto de las montañas, hicieron del paseo un momento para recordar por mucho tiempo, mereció la pena el esfuerzo.
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