Una nueva escapada, esta vez con los sobrinos, llegamos un poco tarde al destino que habíamos pensado, pero los pequeños mandan y hay que ir a su ritmo, no hay otra.
Llevaba tiempo sin ir por estos lares y verdaderamente disfrute el recorrido, todo sigue en un estado salvaje, con mucha alegría pude comprobar que los restos que habitualmente dejamos los humanos ( botellas de cerveza, botes de bebidas energéticas, bolsas de snack y demás lindezas brillaban por su ausencia), lo que como he dicho anteriormente me hizo pensar que aun estamos a tiempo de salvar este rincón tan particular.
Esta época es ya tarde para encontrar moras silvestres, bueno alguna que otra pudimos recolectar, pero ya paso su tiempo, las bellotas que encontramos ya estaban tambien pasadas, con su correspondiente gusanejo en el interior, si es chicha y todo alimenta, pero tiempo habrá si corresponde de comer delicatessen de ese tipo, por lo pronto aun podemos pasar sin tanta proteína animalilla. Los arboles de hoja caduca aun no estaban amarillos del todo, pero ya van, en una o dos semanas creo que ya estarán en el suelo sus hojas.
Y por fin el vado, ese maravillosa corriente de agua que de pronto aparece y que con su sinfonía al correr el agua, a mi personalmente me pone la piel de pollo, aqui en plena mancha, pensando que unos pocos metros mas adelante el río va seco, onde andará el agua, donde se meterá, una duda que siempre hemos tenido.
En fin una deliciosa excursión que espero mas pronto que tarde podamos repetir
