Invitación el día 20 de enero a comer gachas, madre mía, era
algo que no me esperaba, jeje.
El ranchero nos había reunido en el mítico Bar “Los Claveles”,
la hora del encuentro seria a las dos treinta del mediodía, respetando como era
de esperar a los que como yo estaban trabajando, en fin que puedo decir, pues
que ese día no almorcé, jajaja, solo tenía ganas de mojar en la sartena de
gachas que ya me imaginaba, bueno las tenía en la cabeza desde el momento de la
citación, era algo que hacía que el tiempo pasase rápido, a toda velocidad, era
como el encuentro con unos novios después de pasar un tiempo alejados, jajajaja.
En fin y llego, a las dos treinta en punto mi MCarmen y yo estábamos
en la puerta del Anas, y allí fuimos recibidos, con una alegría desbordada, allí
se encontraban ya los demás invitados, y allí en medio la gran sartén con las
gachas, a los lados unos platos con su correspondiente hígado de cerdo y sus
tajas de panceta que brillaban, Señor, Señor que pasada, los picantillos, el
vinete, en fin toda una gozada.
Después los postres, una tarta, unas tortas de cañamones de
las que te retraen a tiempos viejunos, en fin una delicia de fiesta, luego los
cantes, el anfitrión con su acordeón, y es que es una de sus especialidades, además
de la cocina, la música es su otra pasión, y ole con ese entusiasmo que pone y
esos ánimos que da, esa alegría que tiene, que no se puede aguantar. Viva el
Ángelito he dicho, y vivan sus acompañantes, que lo que vivimos esa tarde,
jajaja, no nos lo puede quitar nadie, jajajaja.